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martes, 17 de septiembre de 2013

20. The Incredible Shrinking Man / El Increíble Hombre Menguante



Ficha Técnica

Título Original: The Incredible Shrinking Man
Título: El Increíble Hombre Menguante
Dirección: Jack Arnold
Guion: Richard Matheson
Producción: Albert Zugsmith
Dirección de Fotografía: Ellis W. Carte
Edición: Albrecht Joseph
Actores: Grant Williams, Randy Stuart
País: Estados Unidos
Año: 1957

 

imdb: http://www.imdb.com/title/tt0050539/reference



Más allá de la imaginación... una aventura dentro de los desconocido
 
Scott: “Me sentía débil y absurdo, un enano ridículo. Es bastante fácil hablar del alma y del espíritu y del valor existencial, pero no cuando mides tres pies de altura. Me odiaba a mí mismo, a nuestro hogar, a la caricatura que se había convertido mi vida con Lou. Tenía que salir de allí. Tuve que escapar”.
Scott: “Yo continuaba encogiéndome… convirtiéndome… en ¿qué? ¿El Infinitesimal? ¿Qué era yo? ¿Todavía un ser humano? O ¿yo era el hombre del futuro? Si había otras propagaciones de radiación, otras nubes viajando a través de los mares y continentes, ¿podría haber otros seres que me siguen a este vasto y nuevo mundo? Tan cerca el infinitesimal y el infinito. Pero de repente, supe que esos eran realmente los dos mundos del mismo concepto. El increíblemente pequeño y el increíblemente vasto eventualmente se conocieron –como el cierre de un círculo gigante. Miré hacia arriba, como si de alguna manera entendiera a los cielos. El universo, mundos más allá de los números, la tapicería de plata de dios se extendió a través de la noche. Y en ese momento, supe la respuesta al enigma del infinito. Pensaba en términos de la dimensión limitada del hombre. Yo había sobrepasado a la naturaleza. Esa existencia empieza y termina en la concepción del hombre, no la de la naturaleza. Y sentí mi cuerpo disminuyendo, derritiéndose, volviéndose nada. Mis miedos se desvanecieron. Y en su lugar vino la aceptación. Toda esta vasta majestuosidad de creación, tenía que significar ago. Y entonces yo significaba algo también. Sí, más pequeño que el más pequeño, significaba algo, también. Para dios no hay cero. Yo ¡todavía existo!”.
 
 
 
En la década del cincuenta surgió un furor en el cine (debido a que es una arte que cambia con los tiempos, épocas y contextos y expresa muy bien lo que se vive en lugar determinado y en una época determinada), hablamos del cine de ciencia ficción, que se elevaba en lo alto y tomaba posesión de la atención de cineastas y espectadores. El miedo a una guerra nuclear, la aparente confrontación inminente entre La Unión Soviética y Estados Unidos, dio como resultado una serie de películas, que se centraban en las mutaciones, los ataques a la tierra, las invasiones alienígenas, los insectos gigantes (asesinos y destructores). Esto se dio tanto en el cine comercial como – y sobre todo – en el de la serie B, el pensamiento de todos estaba en forma de metáfora en lo que se veía en cine. Muchas de las tramas se repetían hasta el cansancio, en ocasiones era una tarántula gigante, en otras un cangrejo gigante; pero el estilo y los personajes tenían que sufrir lo mismo. Por lo que joyas como The Incredible Shrinking Man (El Increíble Hombre Menguante) brillan por ser más originales, jugar con muchos de los elementos vistos en estás películas, pero yendo más allá, con un argumento más atrapante y llamativo.
El argumento se centra en Scott (Grant Williams), un hombre común y corriente, casado y que vive una vida normal, hasta que en un viaje en un crucero, una extraña niebla aparece y le cambia la vida, causándole un efecto que lo hace volverse cada vez más pequeño y sin una solución aparente. A medida que su tamaño disminuye, los problemas incrementarán, cuando las cosas insignificantes para alguien más, se vuelven trampas mortales para él.
Jack Arnold es el responsable de llevar a cabo esta excelente película, una de los clásicos de la época en que las cintas de ciencia ficción reinaron el panorama cinematográfico. Arnold contribuyó con varias películas en esta década, entre ellas se destacan It Came From Outer Space de 1953 basada en una historia de Ray Bradbury, Tarantula de 1955 y la que en este caso compete, la cual es su obra máxima y es una de las mejores películas de ciencia ficción. El sobresaliente realizador murió en el año 1992, dejando sus invaluables aportes para el género y con una decente trayectoria cinematográfica.
El guion está escrito por un genio de la ciencia ficción, un hombre con un talento innato para contar historias asombrosas, fantásticas y repletas de imaginación y creatividad, se trata de Richard Matheson, el cual adapta su propia novela para la película. Matheson es recordado por sus guiones de las cintas que Roger Corman dirigió sobre los cuentos de Edgar Allan Poe, junto a Vincent Price; por haber escrito varios capítulos de series como The Twilight Zone (La Dimensión Desconocida), Star Trek, Outer Limits o Amazing Stories; por escribir las novelas que inspiraron por ejemplo, las películas Last Man on Earth de 1964 u Omega Man de 1971, ambas basadas en su novela I am Legend (soy leyenda) o también la cinta What Dreams May Come de 1998 (Más Allá de los Sueños), Stir for Echoes (Ecos Mortales) de 1999, The Box de 2006 o Real Steel de 2011; o por haber escrito el guion también de la recordada Duel de Steven Spielberg de 1971. Ese historial hace posible inferir la capacidad de Matheson, quien con El Increíble Hombre Menguante, logra una historia fascinante, con uno de los mejores finales de la historia del cine. El final de la película es sorprendente, en el sentido de afectar de forma directa al espectador e incluso provocarle miedo, ya que es una situación que deja pensando, reflexionando y la verdad llega a impactar como si se tratara de un shock. Además del final, toda la película está acompañada de diálogos estupendos e inteligentes, que refuerzan las sensaciones que va experimentando el personaje principal, que muestran su frustración, su miedo y los cuales logran llegarle al espectador, haciéndole vivir lo que él vive de forma cercana y directa. El diálogo del soliloquio final, no fue escrito por Matheson, fue añadido luego por Jack Arnold y es la conclusión perfecta para la historia, con el mismo tono que lo escrito hasta ese momento por Matheson y siendo igual de inminente que las imágenes que se ven. El escritor tenía pensado escribir una secuela, llamada The Incredible Shrinking Woman, contando con el personaje de la esposa de “Scott”, pero fue un proyecto que se desechó por el estudio.
 
A su vez las situaciones presentadas, con relación a lo que podría llegar a suceder cuando se tiene ese tamaño tan pequeño, son planteadas obteniendo el máximo de emoción, entretenimiento y suspenso para el espectador, contando con una buena puesta en escena y con unos muy excelentes efectos especiales, para simular los objetos y distintos elementos que se debían de ver grandes, así como las sobreimpresiones para dar el efecto de que “Scott” interactúa con ese nuevo mundo. Y es que el argumento muestra a la vez lo que le pasa a él de forma que llama la atención y con un tono pesimista y melancólico (con toda razón), ya que es inimaginable pasar por un situación así (especialmente con el final, donde ya no hay esperanza. “Scott” seguirá disminuyendo, pasando al el olvido y la  soledad, solo quedándole la aceptación y la resignación de lo que le sucede).
Es una historia sencilla, pero que tiene mucho más de lo que aparentemente es. Sus diálogos, las situaciones y los sentimientos expresados por los personajes, son profundos y críticos, especialmente en una forma existencial. Y es que no muchas veces se encuentra un argumento o una puesta en escena sobre ciencia ficción, donde no allá cabos sueltos o sin que se exageren elementos que resulten inverosímiles para el espectador, pero en este caso la película, a pesar de lo sencilla, logra una identificación, empatía, verosimilitud tal, que trasciende y logra transgredir a la persona que la está viendo; por lo que además no es una película que se olvide fácilmente. Arnold logra esto, con el argumento, la puesta en escena y un buen trabajo con los actores, que realizan desempeños importantes y que exhiben brillantemente los padecimientos y miedos de sus personajes, especialmente el actor principal y en quien se centra la trama. Grant Williams expresa con soltura todas las cuestiones filosóficas que pasan por la mente de “Scott” a medida que se hace más pequeño, con un uso de la Voz en Off además bien utilizado, algo que es muy difícil de lograr.
 
El trabajo visual sin duda sobresale, además de la edición y los efectos, se nota que hubo mucha planeación en cuanto a qué planos se debían de hacer, precisamente para lograr los efectos que se logran. Por todo esto, el filme resulta, para la época en que se estrenó y realizó, una obra innovadora, original y única (también debido a que no se presenta un final feliz ni esperanzador). De las múltiples secuencias y escenas interesantes que cabe mencionar, por ejemplo, está la de la lucha contra la tarántula “gigante” (una secuencia muy bien lograda y llena de suspenso), la secuencia de la casa de muñecas y el gato que se quiere comer a “Scott”, como si se tratase de un ratón (de esta secuencia surge una imagen icónica en el cine, del gato acechando a “Scott” por una de las ventanas de la casa de muñecas) y también la secuencia cuando “Scott” trata de conseguir como sea, algo de comida, teniendo que pasar por muchos y distintos obstáculos. La cinta tuvo una especie de homenaje, basada en la historia original, en 1985 y dirigida por Joel Schumacher llamada The Incredible Shrinking Woman (retomando el título propuesto por Matheson), luego de que John Landis no pudiera dirigirla, pero no logra superar a la original, ni mantiene la atmosfera y estilo de la cinta de 1957. Además se está preparando una nueva versión/remake de la misma en el 2015, que seguro tendrá muchos efectos especiales, pero es muy difícil que logren tan buenos resultados en cuanto a los personajes y la trama.
El Increíble Hombre Menguante es una de “las películas que hay que ver antes de morir”, una obra que invita al espectador a pensar, que lo entretiene y sorprende al mismo tiempo; un trabajo redondo y completo, que resulta siendo mucho más de lo que aparenta (no es solo otra película del montón, otra película de ciencia ficción de los cincuentas) y sin duda, los espectadores, pero sobre todo los cinéfilos, nunca se olvidarán de “Scott”, quienes saben que seguirá disminuyendo toda su vida y nadie más se dará cuenta de ello.
 
Tráiler
 
 
 
- No creo en las propinas... Pero sí en el cine - Ash
"Puedes probar que no pasó?"